De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
Como buen friki megalómano, usted, querido lector querrá dominar el mundo. Es una opción respetable, pero quien mucho abarca poco aprieta, así que recomendamos empiece primero por dominar todos los conceptos presentes en esta guía e inténtelo con su país. La Frikipedia, siempre con vocación de servicio púbico público, le trae a su casa la manera refinitiva de hacerlo.
Si, tendrá que correr un poco. La ventaja es que luego estará cuadrao y las tías se le arrimaran (aparte de que quizás salve usted su vida disparando una pistola contra un agente secreto que venga a eliminarlo). Llegado este punto pueden asaltarle tentaciones de abandonar, pero piense que las tías son efímeras. Cuando haya ascendido a oficial (un sargento chusquero o un puto sordao no se comen un rosco), puede pasar al segundo paso.
Así sabrá quienes le apoyarían en caso de producirse el golpe. Recuerde no decir que va a dar un golpe, si no quiere acabar en un consejo de guerra. Júntense con todos los resentidos anti-sociales que pueda pero nunca les diga que no han tenido éxito en la vida, porque terminará en otro consejo de guerra. Pongase remeras del Che, y dejese la barba o el bigote de forma amenazante para que sepan que no traga ni medio al gobierno.
Un día preséntese con su compañía/regimiento/batallón/lo que carajo mande en el palacio/corte, etc y entre encañonando a todo dios. Hasta que no le den el puesto de jefe de estado no se mueva. En el caso de que esto no funcione, regrese al punto anterior y llegue a general. Póngase de acuerdo con otros generales, a ser posible con uno de nombre chistoso (por ejemplo Mola) y haga una guerra civil. Cuando la gane mate a dichos generales para que no le hagan lo mismo a usted.
«En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.»
~ Francisco Freezer él lo hizo y era bajito, usted también puede
Lo primero que ha de hacer es proclamar su triunfo a todo el mundo con algo similar al modelo típico de discurso de la victoria, como el que arriba se lee. Cámbiese las palabras que interesen a voluntad.
Ahora piense: "Vale, ya soy el jefe de estado. Ahora tengo un país en ruinas y con hambre. ¿Qué hago?". Bien, lo primero, mentalícese de que a usted el pueblo le produce sudoración excesíva en los cuerpos genitales de forma ovoide. Amos, que le suda las pelotas. Siga los siguientes pasos y viva la vida, que se lo ha ganado.
Búsquese un palacio en el que quepan la mitad de los refugiados que ha producido la guerra, y quédeselo para usted y su familia. Una vez que se hayan acomodado, contrate criados para que le sirvan el faisán trufado todos los días. Recomendamos cerrar las ventanas a la hora de comer. La gente que no tiene ni pan suele tener una envidia malsana hacia su persona. Sin embargo, prometa comida para todos.
Con gente que le laman el culo allá donde vaya no tendrá que preocuparse. Le regalarán yates, fincas, etc. También se encargarán de llevarse los palos por si se produjera una revolución y tuviera que exiliarse.
Pregone a los cuatro vientos que ha salvado al país de la miseria, aunque la gente no pueda comer ni las ratas porque no tienen fuerza ni para sujetarlas, y diga que ha sido puesto por dios. En caso de ser una dictadura comunista, cambie dios por el pueblo, aunque el pueblo se cague en los santos a los que venera su familia y en sus muertos pisoteaos. Recomendamos también currarse unos cuantos símbolos y ponerlos desde los periódicos hasta en las placas de la calle. Recomendamos no ponerlos en el papel del váter. Recuerde decir siempre que lo hace todo por el bien del pueblo, y si alguien le lleva la contraria, fusílelo por terrorista.
¿Que necesita ministra de educación? Casualmente su mujer tuvo una tía maestra. ¿Un subsecretario de agricultura? Su tío el del pueblo, que plantaba patatas ¿Se acuerda de su amigo el albañil? Pues ya tiene ministro de obras públicas. Deje que se lleven su comisión, que total el pueblo se lo gastaría en vicios, como comer, que engorda. Cómase una lata de caviar y sacrifíquese por el pueblo.
Si el pueblo es religioso, nunca estará de mas ser aliado de los representantes de esa religión. Si no, use siempre la policía, que para eso está.
Construya pantanos. Usurpe el desarrollo normal de una nación y proclame a los cuatro vientos que sin usted no hubiera sido posible. Si bien es cierto que usted puede beber hagua mineral Evian. Con el pasar de los años el pueblo le defenderá argumentando que usted evitó que se murieran de sed.
Si la ignorante masa del proletariado intenta frustrar sus planes de morirse tranquilo en la cama, y el ejército no puede arreglarlo, o peor aún, está de parte del pueblo, actúe de la siguiente forma:
Coja lo imprescindible, es decir, todo el dinero que pueda cargar, y escape. Recomendamos que tenga un helicóptero con el depósito lleno en el tejado de su palacio y un piloto fiel, o mejor aún, aprenda a pilotar usted. No se fíe ni de la sombra de su madre.
Acuérdese de haber anotado su número de cuenta. Intente transferir dólares suficientes. Recomendamos que se haya hecho una cuenta fuera de su país, preferiblemente un paraíso fiscal. Ahora solo tiene que vivir la vida.
En el momento en el que se vea viejuno para estos trotes, deje un sucesor, como pueda ser su hijo. Si no tuviera hijos, deje a alguien de confianza que no lo vaya a suplantar y que mantenga viva su memoria. Una vez que muera, como si quiere convertir su país en un vertedero radioactivo + estercolero. Usted ya no lo va a ver. Rodee su funeral de patriotismo para que la gente sepa que los tuvo bien puestos hasta el final. Si ha hecho cualquier cosa buena que podría haber hecho otro en vida (como construir pantanos) se le recordará por siglos. Y si dice alguna frase célebre al morir, se le recordará por más tiempo aún. Recuerde haberlo llenado todo de estatuas, preferiblemente ecuestres, que son más grandes, para que así le recuerde todo el mundo, sobre todo las palomas. Y no olvide dejarlo todo "Atado y bien atado".
Ahora, siga esta guía al pie de la letra. Hay muchos países democráticos a los que tiranizar.
Autor(es):